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domingo, 16 de mayo de 2010
Cap.8. Crucero.
-O Dios mio- grito sujetandome por la cintura y dandome vueltas en el aire sin parar.
-Oye- le dije riendo.
Él soltó una carcajada y después me deposito con cuidado en el suelo.
A su lado me sentía una niña pequeña, y eso era realmente raro, pero sus ojos me daban una seguridad que nunca había sentido.
- Paso por ti a las 7 de la mañana- dijo con la sonrisa más feliz que vi en una persona.
Me puse un poco nerviosa por como les diría a mis padres sobre que me iría en una embarcación con el hermano gemelo de mi amor perdido que acabo de conocer hace dos días, pero me dejo de importar ya tenía la mayoría de edad además no los tendría al tanto de mi vida en Florencia.
-¿Tengo que empacar para la playa?- pregunte sonriendole.
-Es el crucero más asombroso, lo e pagado para nosotros dos- dijo volviendome a alzar.
-¿Para los dos?- eso me dijo que pensaba que yo me iría con él.
-Bueno para mi amigo y yo, es el mejor pero se ha enamorado, según él-me explico y resulto de lo más encantador cuando tartamudeaba y se combinaba con su acento.
- ¿Alguna vez te has enamorado?- le pregunte mirandolo a los ojos.
De inmediato me tense y me arrepentí de haber preguntado, tal vez no quería saber la respuesta.
Él me miró tan intensamente y sus ojos brillaron a la noche como otra de las estrellas.
- Solo una vez, pero no fue amor, era una ilusión siniestra que me empaño los ojos, sentía algo, claro, pero no fue eso que se espera, como lo describen en las miles de novelas, no eran los brillantes fuegos artificiales cuando la besaba, no era lo que estaba esperando- me quede anonadada al escucharlo hablar así, tan profundamente, tan lírico.
Me quede sin aliento y no pude reacción al instante.
-¿Y que es lo que esperas?- dije ahogada.
Él me miro de una forma que no pude interpretar.
-Todavía no lo descubro- me murmuro.
Y más aturdimiento.
Me miro por un rato más y pude sentir como se inclinaba más y más, ¿Me iría a besar?, lo pero era que yo me puse de puntillas para ello inconcientemente, podía sentir su aliento en mi nariz.
Pero se alejo y me sonrió.
La desilusión cruzo mi rostro, en cuanto deje de sentir su escorial presencia cerca de mi.
Habría echando mis brazos al rededor de su cuello y atraerlo así mi para besarlo, pero no lo haría, porque así echaría a perder toda la coraza que yo misma me había impuesto para protegerme, aunque fuera lo que más desiara en ese momento.
-Es hora de que entre- murmure.
-Si, es lo mejor- dijo irgindose por completo y reullendo mi mirada.
Me encamine a la puerta del edificio, después me volví para poder verlo, no porque quisiera, sino porque mi cuerpo me pedía verlo, me pedía su cercanía para poder estar bien.
Mientras subía a mi apartamento me di cuenta de que mis mayores miedo estaba apareciendo con cara de tentación, Romeo me destrozaría el corazón, pero ¿Si mi corazón estaba roto ya?, todas mis defensas se estaban desmoronando mientras abría la puerta la puerta del apartamento.
No se si Romeo sentía algo por mi, pero yo debería de dejar mis emociones bajo llave, al igual que mi corazón.
El sol apenas quería salir, pero perezoso le gané, mis maletas estaban hechas y todo en mi habitación en su lugar, era la última vez que estaría ahí en toda mi vida.
La sensación de pánico que sentía ante un futuro incierto era tremenda, pero logre controlarme antes de que tocaran a la puerta, seguro era Romeo.
Mis padres habían pasado toda la noche diciendome que no querían verme partir, por lo cual nos despedimos en la mañana, bueno, no era un adiós rotundo, sino un solo hasta luego, yo siempre odie despedirme de las personas que quería, como de Norma, la cual en silencio lloro y me dijo que tenía que ir a California para visitarla a ella y a Cristofer, así le pondría a su bebe.
Abrí la puerta apresuradamente, Romeo estaba del otro lado sonreindome, me pregunte si este chico alguna vez se sintió enfadado.
-¿Lista?- pregunto.
Yo trague saliva antes de contestar.
-Si-
En silenció cerré la puerta, pero me detuve para poder ver la sala, la pequeña mesa en las cuales mis padres en la mañana me resivian y pude ver el rostro de mi madre asomarse, con lagrimas en las mejillas y tratando de sonreír, le devolví la sonrisa y cerré la puerta.
Romeo me ayudo con las maletas, no había dicho nada aún y yo no pensaba romper el silencio, había miles de emociones en mi pecho, unas buenas y otras no tanto, sentía mi corazón apachurrado como una pasa y mi cabeza me daba vueltas.
Romeo no me mintió con el mejor crucero del mundo, este no le envidiaba nada al Titanic, solo que esperaba este no se hundiera, todo lujo, cuando llegamos a la entrada no tuvimos que hacer linea.
- Buenos días joven D´luna y su encantadora compañera, sus camarotes están listas- dijo el señor de la entrada.
¿D´luna?.
- Muchas gracias- dijo educandamente Romeo, antes de poner una mano en mi espalda y encaminarme hasía dentro.
No esperaron a tomar nuestras maletas y saludarlo por su supuesto apellido Sr. D´luna.
Mi camarote era digno de una estrella de cine o de la alta sociedad, una cama descomunal de un edredón dorado y blanco, con muchos cojines, un tocador enorme de madera tallada y alfombras de color mate, el baño era más grande uqe mi habitación en mi apartamento, tenía una ducha y una tina, además de un lavavo de mármol blanco.
-Dios mio Romeo, esto eso.- me quede sin palabras de lo impresionada que estaba.
-Esto es tu camarote, el mío esta hasta el fondo de este mismo pasillo, relajate y nos vemos para la comida- me dijo sonriendo.
Se fue y yo me quede para ahí en la puerta, mis maletas ya estaban ahí y todo listo para mi estancia.
Entré y me senté en la cama, la cual estaba realmente cómoda, me puse a pensar en quien en realidad era el chico con el cual me había embarcado.
Al parecer era Romeo D´luna, pero ¿Quienes eran D´luna?, para costiarce un crucero como este tenían que tener dinero y todo el mundo aquí lo trataba como si fuera de la realeza.
¿En que te metiste Sol?, me pregunte a mi misma.
Hahaha, D´luna nisiquiera se si existe ese apellido, pero bueno, a mi me encanta y espero que a ustedes también, gracias por comentar y leer, en realidad pareció mucho eso, aunque una persona o 100 personas lo lean es lo que me inspira y me motiva para seguir escribiendo.
Gracias
Atte: Alejandra
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